Juan es muy diferente a los otros tres Evangelios. Como fue escrito muchos años después, esto le dio una perspectiva única acerca de la importancia y el significado de la vida y el mensaje de Jesucristo.
Juan y su hermano Santiago eran los hijos de un pescador llamado Zebedeo, pero Jesús los apellidó “Boanerges, esto es, Hijos del Trueno” (Marcos 3:17), quizás debido a la personalidad fuerte y atrevida de ellos (Lucas 9:54). La madre de ellos era una de las mujeres nombradas y que estuvieron presentes durante la crucifixión de Jesús (Mateo 27:56). Al parecer madre e hijos estaban sumamente dedicados a la obra vital de Jesucristo.
Un humilde observador
Juan era judío, y fue un testigo ocular de la vida, ministerio, milagros, y mensaje de Jesús. Al parecer su personalidad cambió con el curso de los años. Cuando él escribió su Evangelio casi al final del primer siglo, él a menudo se refería a sí mismo en tercera persona, sin mencionar que él era la persona que estaba presenciando un evento.
Un ejemplo de esto se encuentra en Juan 19:27 cuando Jesús mostró su amor y compasión hacia su madre María aún cuando estaba siendo crucificado: “Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”. Aquí, Juan no resalta específicamente su propia obediencia y el amor hacia la desconsolada María, pero como lectores nos damos cuenta de que Juan era “ese discípulo”.Otro ejemplo es Juan 1:35 donde se mencionan dos de los discípulos de Juan el Bautista. En Juan 1:40 encontramos que Andrés era uno de ellos, y en este relato se describe cómo Andrés fue a buscar a su hermano Pedro. Como ya sabemos que es el apóstol Juan quien escribe este incidente, es muy probable que el otro discípulo haya sido el mismo Juan.
Más revelador aún son las referencias que hace Juan acerca del discípulo “al cual Jesús amaba” (ver Juan 13:23; 19:26; 20:2; y 21:20). A través de los siglos los lectores han reconocido que ésta es una clara referencia que Juan hace de sí mismo.
El libro de Juan
La doctrina central en el libro de Juan es que Jesús es Dios y el Hijo de Dios (Juan 1:1-5).
La clave para entender el contenido del Evangelio de Juan se encuentra en Juan 20:30-31: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (énfasis añadido). Estas tres palabras nos dan una perspectiva más profunda acerca del mensaje que Juan quería dejar a sus lectores: señales, creer y vida.En el Evangelio de Juan la mayoría de su énfasis está en Jerusalén y Judea, con referencias ocasionales acerca del ministerio de Jesús en Galilea. En la mayor parte de su libro, Juan describe los últimos días de Jesús aquí en la Tierra. Gran parte de lo que sabemos acerca de lo que Jesús estaba pensando en sus horas finales antes de su arresto y crucifixión, y el énfasis de su mensaje del evangelio se encuentran exclusivamente en el Evangelio de Juan.
Juan hace énfasis en la relación personal que Jesús tuvo con otras personas. Hay 27 conversaciones que se mencionan en Juan —algunas extensas, otras más breves. Aquí se muestra al Hijo de Dios como alguien que se relaciona profundamente con cada persona que Él conoce. Jesús muestra un interés genuino y una relación personal con su creación.