Daniel es uno de los libros proféticos más importantes de la Biblia. Sus profecías sobre los imperios mundiales futuros están en estrecha relación con el libro de Apocalipsis.
Generalmente, cuando alguien quiere estudiar los eventos que ocurrirán antes y después del regreso de Cristo, va directamente al libro de Apocalipsis. Pero, aunque el último libro de la Biblia es sin duda uno de los mejores lugares para encontrar este tipo de profecía, muchos olvidan que también existe un libro del Antiguo Testamento que complementa al intrigante Apocalipsis: el libro de Daniel.
En otro de nuestros artículos, ya hemos estudiado el rol de Daniel como profeta (consulte “El profeta Daniel”); ahora nos enfocaremos en la relevancia profética de este libro y su relación con Apocalipsis. Comencemos por estudiar algunas de las características más particulares y distintivas del libro de Daniel.
Ubicación en el canon
El libro de Daniel se destaca por su amplia temática, la cual se refleja en la historia de su ubicación dentro del Antiguo Testamento. Mientras en el canon hebreo Daniel está ubicado en los “Escritos” —tercera sección del Antiguo Testamento— las versiones Septuaginta (traducción al griego del Antiguo Testamento) e inglesa lo consideran como uno de los profetas.
Esta ambigüedad no es tan sorprendente. Por un lado, Dios usó a Daniel para revelar algunas de las profecías más impresionantes, completas y trascendentales acerca de los gobiernos mundiales y el Reino de Dios que encontramos en la Biblia. Además, Daniel oraba por su pueblo tal como lo hicieron los profetas, y estudiaba detenidamente los escritos de profetas antiguos. En este sentido, Daniel claramente cumplió el rol de profeta. De hecho, en Mateo 24:15, Cristo lo llama “el profeta Daniel”. Pero por otro lado, el libro de Daniel también difiere en varios puntos de los libros de otros profetas.
Tal como los autores de Salmos, Proverbios, Cantar de cantares y Eclesiastés, en su libro Daniel demuestra ser un hombre sabio, inteligente y muy avezado. Siendo versado en muchos idiomas (Daniel 1:4), escribió parte del libro en arameo (capítulos 2-7) —la lengua universal de la época— y parte en su idioma nativo, el hebreo (capítulos 1, 8-12).
Y como José, que llegó a servir en la corte de Faraón, Daniel llegó a ocupar uno de los puestos más altos del Imperio Babilónico bajo el mando del rey Nabucodonosor. Vale la pena mencionar que tanto Egipto como Babilonia fueron los reinos más importantes de su época. Entonces, también es entendible que los escribas hayan decidido ubicar el libro de Daniel entre los Escritos del Antiguo Testamento.
Claramente, la sabiduría de todos los autores de los Escritos, incluyendo a Daniel, provenía de Dios (2 Timoteo 3:16). Daniel también amaba a Dios y su prójimo profundamente, es por esto que en su libro exhorta al pueblo al arrepentimiento, y él mismo vivió una vida ejemplar, siempre pidiendo a Dios misericordia y perdón de pecados para su pueblo.
También es importante mencionar que todas las secciones del Antiguo Testamento incluyen algo de profecía; además de las que encontramos en la sección de los Profetas, también las hay en la Ley (los primeros cinco libros de la Biblia) y los Escritos. Algunos ejemplos son Deuteronomio 18:15, 18 y los Salmos 45 y 110, que nos hablan de la encarnación de Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario