Nehemías fue uno de los líderes más sobresalientes del Antiguo Testamento. ¿Qué lecciones podemos aprender de este hombre acerca de la sabiduría, valentía y devoción a Dios?
El nombre Nehemías significa “consolado por Dios” (International Standard Bible Encyclopedia [Enciclopedia estándar internacional de la Biblia]), o Dios consuela.
Nada se conoce acerca de Nehemías, excepto lo que está escrito en el libro que lleva su nombre. Se le menciona por primera vez en el capítulo 1 en Susa, palacio principal del rey persa Artajerjes I, donde él servía como copero personal del rey. Una de sus responsabilidades más importantes era probar el vino del rey para asegurarse de que no estuviera envenenado. También era un asesor y consejero de confianza.
Dios puso a Nehemías en ese importante cargo, sirviendo al gobernante más poderoso en el mundo de ese tiempo, para cumplir su voluntad y propósito. La confianza que el rey le tenía a Nehemías fue un factor determinante en su nombramiento como gobernador de Jerusalén.
Llegan noticias tristes
Alrededor de 446/445 a.C., el hermano de Nehemías llamado Hanani (Nehemías 1:2-3; 7:2) trajo devastadoras noticias acerca de las lamentables condiciones de los judíos que habían regresado a Jerusalén dos años antes.
Profundamente preocupado, Nehemías buscó la voluntad de Dios a través del ayuno y la oración para que Dios lo guiara para rectificar las condiciones deplorables de sus compatriotas. Su oración es un ejemplo de humildad y verdadera fe en la misericordia y el poder de Dios para intervenir en su favor (1:3-11).
La importancia de la paciencia
Nehemías se dio cuenta lo urgente de la situación y le pidió a Dios en oración: “concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquél varón” (1:11, New International Version [Nueva versión internacional]). Sin embargo, pasaron cuatro meses antes que se presentara la oportunidad para hacerle una petición al rey (2:1). ¡Incluso mientras estaba hablando con el rey, Nehemías oró silenciosamente para que Dios lo favoreciera (2:4)!
No se explica la razón de este retraso. A veces puede pasar un lapso de tiempo antes que Dios responda nuestras oraciones, y tenemos que aprender a esperar pacientemente hasta que Él lo haga. La paciencia o perseverancia es un fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22), y hay recompensas para quienes estén dispuestos a poner este atributo del carácter en práctica.
- “No digas: Yo me vengaré; Espera al Eterno, y él te salvará” (Proverbios 20:22, énfasis añadido).
- “pero los que esperan en el Eterno tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:31, énfasis añadido).
- “Bueno es esperar en silencio la salvación del Eterno” (Lamentaciones 3:26, énfasis añadido).
- “Guarda silencio ante el Eterno, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades” (Salmos 37:7, énfasis añadido).
Nehemías fue un hombre de mucha paciencia, y ésta es una de las razones por lo que se le considera como uno de los grandes líderes espirituales del Antiguo Testamento.
Su paciencia fue premiada finalmente, y el rey consintió a su solicitud. Nehemías fue nombrado gobernador de Judá; y fue enviado a su amada Jerusalén junto con una escolta. Cuando él llegó, trabajó incesantemente en reconstruir el muro, y a pesar de la constante oposición de sus enemigos (conocido como “tiempos angustiosos” en Daniel 9:25), milagrosamente completó su tarea en 52 días (Nehemías 6:15-16).
Después de haber estado en Jerusalén por 12 años, Nehemías fue llamado de vuelta a la corte real de Persia. Posteriormente, “al cabo de algunos días” (13:6), regresó a Jerusalén y continuó las reformas religiosas y económicas entre el pueblo.